Despertar

Empecé a recobrar la conciencia. El sol se dejaba ver entre los hoyuelos de la persiana de lo que parecía ser un hospital mientras intentaba recordar cómo había llegado hasta allí. La luz entrante me acariciaba suavemente la mejilla, y levanté la mano derecha para cubrirme la vista del brillo cegador de un momentáneo resplandor. Ese movimiento hizo que un dolor agudo me atravesase el cuerpo. Tardé unos instantes en determinar su origen mientras un sonoro quejido salía de mi interior. La misma mano que un momento atrás me cubría los ojos se deslizó hacia el costado. Los recuerdos de la máquina de hemodiálisis aparecieron fugazmente mientras todo cobraba sentido.

De pronto, noté que alguien me cogía fuertemente de la mano izquierda. Volví la mirada y allí estaba, mi ángel de la guarda, mi superhéroe. Tumbado a mi lado, con dolor pero sonriente, murmurando que todo había salido bien. De mi débil boca solo pude susurrar ¡papá!