30 enero
Abstraído me quedo mirando el quicio de la puerta, esperando que fluyan las palabras, que broten las ideas. Esperando que el lenguaje aprendido durante mi vida me ayude a abrir nuevas puertas, que me conduzcan a habitaciones inexploradas. O que ese mismo lenguaje me ayude a salir de ellas. Sumo los afectos y consigo seguir caminando, aunque el frío me resta fuerzas y mi corazón se divide entre las personas amadas. Multiplico mi valor en el fragor de la lucha.
Qué fáciles son las matemáticas, permiten componer planes, desbaratar ataques, atesorar valor. Siempre se me han dado bien, porque son simples. Bajo su rígida sintaxis todo queda definido, todo es claro y firme, nadie se cuestiona que dos más dos son cuatro........ Los matemáticos, hablan emocionados de la belleza de su ciencia. Confundidos, alaban las virtudes de la soga que se ciñe sobre el cuello del caballo. Su admiración no recae sobre el tigre, la depositan en los barrotes que les mantienen seguros en el otro lado de la jaula.
Situada en un margen, la matemática me aporta algún que otro momento de tranquilidad. Ella es un punto y final permanente. Un problema resuelto...... y a otra cosa. Un descanso, un paréntesis. Sonrío ante la belleza de la última palabra, porque afortunadamente, la realidad no solo es aritmética.
........ los puntos suspensivos nos sumen en el sueño para devolvernos a la vida en la mañana siguiente, o nos alejan del ser amado manteniendo la esperanza del reencuentro. La coma nos permite respirar, aunque en ocasiones nos hunda en un sueño eterno. El punto y final que a todos nos espera es solo uno, aunque para seguir viviendo tenemos el punto y seguido. La magia del lenguaje dibuja la vida.