Todo sobre el clon azul
3 meneos
4 clics

El mercado de la fruta del reino de Gebröcthenmich - Orangeterapy

Érase una vez un pequeño reino, con su rey en el trono, con su corte, y con su pueblo, con sus buenas costumbres y con unas normas dictadas por una sociedad bienpensante, devota, y temerosa de Dios.
Gebröcthenmich tenía una economía bastante peculiar, dado que vivía fundamentalmente del comercio de la fruta, y en especial, de su mercado.

En el mercado de la ciudad de Gebröcthenmich, que daba nombre al reino, donde se podía encontrar de todo y en cualquier época del año: desde guayabas, hasta mangos, pasando por fresas y naranjas. Incluso las frutas más exóticas podían encontrarse en el mercado. Un mercado que llegó a ser famoso, sí, por su riqueza y abundancia.

Pero un buen día, al rey Gottfried, fundador del mercado, se le ocurrió que había que mejorar el funcionamiento del mercado, y para ello, ideó un método en el que comerciantes y consumidores premiase a los puestos en el mercado, o les penalizase para que mejorasen su variedad y calidad del producto, impidiendoles vender requisando el producto. Se creó la guardia real, pero como era un reino pequeño, al no poder pagar un ejército profesional, se reclutó entre los propios comerciantes, que no tenían incompatibilidad entre vender su producto y ser así mismo garantes de la calidad.

El rey Gottfried olvidó que, una de los problemas del conflicto de intereses, era que en la práctica, para mantener su estatus y para eliminar la competencia, los comerciantes que pasaron a ser parte de la guardia real se dedicaron a perseguir a los que no eran de la guardia acusandoles de traer un mal producto, o que no tenían suficiente variedad en el puesto, o peor, que estaban copiando la disposición de la mercancía a otros buenos comerciantes, y requisaban sin piedad la fruta para mandarla a alimentar a los gorrinos de las pocilgas reales.

En poco tiempo el mercado empezó a decaer en tamaño debido a que pocos se atrevían a llevar su producto, y el rey Gottfried comprobó que lejos de aumentar la variedad, esta había disminuído, mientras que la calidad iba disminuyendo, mientras que los ingresos por pernoctaciones y comercio indirecto en la ciudad estaba menguando. En ese momento, el rey Gottfried, decidió que era el momento de abdicar en su hijo el príncipe Dietfried, y la última vez que lo vieron fue a lomos de un caballo rampante, para justo partir al galope hacia los astilleros de Celebrimbor en los puertos grises. Allí, cuentan, fue a recoger y zarpar en su nuevo yate, en madera de Mallorn, para navegar hacia Valinor, donde pasaría el resto de sus días disfrutando de su fortuna.

Dietfried fue coronado días después de la espantada del rey Gottfried. Como nuevo rey de Gebröcthenmich, Dietfried se rodeó de los asesores y guardia real nombrada por su fugado padre y básicamente hizo... lo mismo. un 100% de nada: si algo va bien, no lo toques. Pero no, no. Las cosas no iban bien, el viejo Gottfried sabía bien lo que se hacía cuando se largó en su yate. Los capitanes de la guardia real, también comerciantes, estaban dedicados a una caza de brujas entre los comerciantes del mercado, esta vez, acusando a los comerciantes no alineados de que las frutas que traían atentaban contra la moral y el buen gusto de los habitantes de Gebröcthenmich. Sí, la gente seguía viniendo de los reinos vecinos a comprar, pero el consenso general (no oficial) es que el mercado ya no era lo que fue. Las medidas que tomó Dietfried fueron, a petición de la guardia real, implementar leyes aún más severas para con los comerciantes, con el sano objetivo de que el orden y el buen gusto prevaleciesen ante la indecente, inapropiada, y decandente mercancía que algunos comerciantes indeseables aportaban al siempre glorioso mercado de Gebröcthenmich.

Pero Dietfried, al igual que su padre, no duró mucho. Sin hijos, abdicó en su sobrino Immanuel, rey del reino de Shutdown, tras lo que partió raudo y veloz en su patinete eléctrico, sin más protección que sus gafas de sol. Immanuel, entonces, fue coronado rey en loor de miles ¿qué digo miles? ¡centenas! ¡decenas de comerciantes! que lo aclamaban.

Como Immanuel sabía bien de que iba el negocio, pues estaba formado en la Shutdown School of Economics, era consciente que sin una buena estrategia de mercado, posicionar de nuevo a Gebröcthenmich como un sitio de referencia requería ciertos cambios. Y lo primero que hizo fue: cobrar un canon a los comerciantes que quisieran entrar en el consejo real del mercado y destituir a los capitanes de la guardia real, delegando este rol en mercenarios del reino de Shutdown.

Como Dietfried dejó sólo telarañas en el cofre del tesoro de Gebröcthenmich, lo primero que hizo fue Immanuel fue disponer heraldos y juglares en púntos estratégicos del mercado, a cambio de una suma monetaria, recitando versos con servicios de las cofradías de damas con letra escarlata, judíos especializados en préstamos con usura para fruteros en apuros, esoterismo y alquimia, y servicios de los discretos (continúa en el enlace original)

| etiquetas: fruta , mercado , gebrötchtenmich
comentarios cerrados

menéame