En 1984 algunas de las agencias estadounidenses más avanzadas daban luz verde a un proyecto especial: el nuevo caza de combate Grumman X-29 con el que buscaban contar con el avión más avanzado de su época. Aquel caza era especial por muchas cosas, pero una de sus características destacaba sobre las demás: contaba con un diseño de alas en flecha invertida, lo que lo convertía en el avión más inestable aerodinámicamente jamás construido. Eso, por sorprendente que parezca, tenía sus ventajas.