Lo primero que sorprende de Gloomhaven es su tamaño (eso dijo ella), y es que es de esos juegos que reclaman su propia balda y a ver quién tiene narices a decirle nada, y después de las tres horitas que te puedes tirar destroquelando y embolsando vas a ver que esa caja es necesaria, que luego cuesta cerrarla. Todo lleno de cartas, losetas, marcadores (cortados un poco regular éstos, eso sí) y cajas cerradas, que es donde está la movida, porque Gloomhaven, por si no lo sabíais a estas alturas, es un juego legacy, de los de poner pegatinas.