El corazón bioprotésico, desarrollado por la empresa francesa Carmat, ya se ha implantado en pacientes en entornos de ensayos clínicos en los Estados Unidos, pero esta operación marca la primera venta comercial y uso del producto. En diciembre de 2020, Carmat recibió la aprobación de la UE para vender el dispositivo como un puente hacia un trasplante de corazón para pacientes que padecen insuficiencia cardíaca en etapa terminal.