Shaun Livingston no debería estar aquí. Su carrera debió terminar en aquella entrada a canasta contra los Charlotte Bobcats, cuando un resbalón le costó los cuatro ligamentos de la rodilla izquierda. El anterior cruzado, el posterior cruzado, el lateral y el interno. Se dislocó el fémur, la tibia y el peroné. En un primer momento los médicos temieron incluso que se hubiera dañado gravemente una de las arterias, lo que habría implicado riesgo de amputación. Sólo en eso tuvo suerte.Porque fue una jugada como en un partido hay miles.