Se llaman a sí mismos inuit (la gente), los que habitan las regiones del Ártico, una tierra rica en recursos donde llevan cuatro milenios viviendo de la caza y la pesca. Pero el aumento de temperatura en el Polo Norte deshace mucho más que hielos. Y se enfrentan hoy a retos mayores que el frío extremo: mantener su identidad y sobrevivir a la presión exterior.