Los castillos, símbolos de la arquitectura feudal en Galicia, gozan de un especial atractivo que siempre ha avivado la imaginación y la fantasía de las gentes. Hoy, devorados por la vegetación, desmoronándose piedra a piedra, el olvido y la ruina habitan en ellos. En la gran mayoría de los casos de las fortalezas gallegas el principal problema es que están en manos privadas y sus propietarios se oponen a abrirlas al público, y mucho menos invierten en su mantenimiento.