La venta de los cupones se está convirtiendo en una profesión de riesgo. Las agresiones y los robos a los empleados de la ONCE van en aumento y, después de que una mujer arrojara amoniaco a la cara a una vendedora para sustraerle los boletos -ocurrió la semana pasada en Bilbao-, se han encendido todas las alarmas. En lo que va de año, según los datos de la empresa, cinco trabajadores de esta organización han sufrido algún tipo de hurto en las calles de Vizcaya.