Se dirimía quién ascendía a División de Honor A de rugby. Los unos cantando en euskera y los otros con sus tradicionales cantos en castellano. Entonces, siguiendo la lógica del fútbol, debería haber un despliegue de fuerzas y cuerpos de seguridad: policias, caballos, perros, cascos, porras, escoltas llevando a las hinchadas hasta el campo y vigilando todo el partido. Nada de eso: un policía municipal para evitar que los coches se amontonaran en la puerta del estadio y nadie más.