Hace veinte años que escuché por primera vez esta lección de psicología básica. Casi la había olvidado. Da igual que sea usted funcionario, albañil, autónomo, inmigrante, de pueblo, de ciudad, viejo, joven, hombre o mujer. Da igual que le ponga empeño a lo que hace, que crea en ello, que espere una recompensa… No habrá recompensa. Mejor dicho: la recompensa no vendrá del que le mantiene encerrado en una jaula con parrilla electrificada por suelo. Él ha decidido que ahora toca la descarga indiscriminada y la indefensión aprendida.