La interferencia de las instituciones que administran la religión como ideología moral con respecto a la metodología científica para la prevención del SIDA, adolecen de errores conceptuales catastróficos. El sostenimiento empecinado en estos errores, en contra de la opinión de la inmensa mayoría de expertos y científicos, incluso de honestos religiosos conscientes del problema, ocasiona un empeoramiento de la epidemia y contribuye en gran medida a la promiscuidad de ideas y conceptos confusos y tergiversados acerca del SIDA y su propagación.