Un pequeño túnel, perforado en la falda del volcán Pedra de Lume, hace las veces de puerta. Lo atraviesas y tus ojos se deslumbran con el gran redondel del cráter, una constelación de salinas como las casillas de un damero de piel frágil y pálidos colores, blancos, rosas y malvas. Uno, queriendo, se pone a flotar en salmuera. Parece el Mar Muerto con la diferencia de que en algunas salinas de Pedra de Lume salen chorros de un agua que escalda.