En la serie Black Mirror, el sistema encuentra nuevas formas de sometimiento a través del ocio, y convierte los elementos peligrosos en nueva y excitante oferta televisiva. Es un tríptico que propone futuros relativamente cercanos, y en cada uno de ellos un dilema como consumidores compulsivos de información (la mercadería de la privacidad, las redes sociales como parapeto...) Hay mala hostia, buena factura técnica y da que pensar por encima de la media. Y la moraleja es que todos nosotros, detrás de nuestro avatar, damos bastante asco