En el café de Mariano, reposando las elecciones junto a un gintonic, resguardados de las últimas lluvias de mayo: no, Mariano, son todos unos corruptos, todos. Estás loco: los hay limpios que no echan mano de la caja y dan la vida por todos, altruistamente. Claro. ¿No te lo crees? Sí, pero esos saben lo que hay mejor que tú o que yo: de primera mano. Pues aún les doy más valor. No, si callan. ¿Y qué pueden hacer? Apartarse y denunciar, Mariano, eso;