La vida no huele a nada para 250.000 personas en nuestro país, pues sufren anosmia. No tienen olfato y por lo tanto apenas gusto. Un problema y un peligro también que tratan de suplir con otros estímulos sensoriales. En la terapia que está haciendo aprende a reconocer los olores a través de otras respuestas del cerebro. "El parpadeo, la respiración, la textura del olor en la nariz, son indicativos que pueden servir a este tipo de pacientes", cuenta Adolfo Toledano, de la Unidad de Patología Nasal de la citada clínica.