En ocasiones, la ciencia encuentra vínculos inesperados entre fenómenos naturales aparentemente inconexos. La ecología, con sus marañas interconectadas de procesos, flujos, sistemas, entradas, respuestas y realimentaciones, es una fuente prácticamente inagotable de estas conexiones. Un ejemplo ilustrativo de esta omnipresente interconexión entre procesos ecológicos es la reciente investigación de Bob Scheibling y Jean Sébastien Lauzon-Guay, ecólogos marinos de la Universidad de Dalhousie, en Nueva Escocia (Canadá).