Sienten que están en el lugar y en el sitio equivocados. Han caído nada más empezar a andar. La crisis, que alguna vez creyeron que era cosa de los banqueros, se ha cruzado en su camino y, dos años después de hacer saltar los diques de Wall Street, ha llamado a sus puertas y quebrado sus expectativas. Toda una generación de jóvenes españoles, azotada por el paro más alto de Europa ven cómo el paraíso intuido se aleja, cómo empiezan a vivir peor que sus hermanos mayores, cómo se limita su acceso al trabajo, la casa o el coche.