Ubicado en la aldea rumana del mismo nombre, este singular camposanto se ha hecho famoso por sus tumbas, en las cuales, con coloridas pinturas y emotivos epitafios, se cuenta la historia de los fallecidos.Esta curiosa costumbre la inició un lugareño llamado Stan Ioan Patras, quien esculpió la primera lápida de estas características el año 1935, y llegó a realizar más de 800 hasta el momento de su propia muerte, en el año 1977.