Estos años, que han visto nacer la web 2.0, también han asistido al crecimiento en muchos países de su némesis: corrientes de opinión extremas, surgidas de no se sabía dónde, financiadas no se sabía cómo, que gustan bastante del clasismo, la manipulción, la religión y lo anglosajón, y se burlan del ‘welfare state’, el racionalismo y todo lo que huela a igualdad. Su obstinación no es lo único que les ayuda a sobrevivir a sus derrotas: aquí se explican sus mecanismos más confidenciales.