Aquí y ahora, el día de la huelga general, parece que el debate sobre los sindicatos está todavía viciado. Si se subraya que pierden afiliación y aumenta la desconfianza de los trabajadores en ellos, o si simplemente se discuten sus objetivos o estrategias, parece, según el ruido que se oye, que se está haciendo lo mismo que aquellos otros, minoritarios, que preferirían verlos destruidos o prohibidos. La caricatura del adversario para no hacer un esfuerzo en el debate ni en la defensa es una vieja y vergonzosa técnica de la discusión pública...