En 2020, 5.000 millones de personas vivirán en ciudades. Las megalópolis actuales están inundadas de coches, cemento y una aplastante sensación de incomodidad y, a menudo, inseguridad. El modelo no vale. El urbanismo propone desde hace unos años el concepto de smart city (ciudad inteligente). Un nuevo centro urbano en el que toda la información forma una especie de cerebro para que los edificios, la movilidad, el abastecimiento energético, el suministro de agua y las infraestructuras, en general, sean más sostenibles y más amables.