Prometen dejarse la piel, literalmente, antes de perder su sustento. En Yeongdeungpo, barrio popular del viejo Seúl, hay una atmósfera prebélica. Los burdeles que han resistido al cierre se preparan para un asedio policial. Acumulan bombonas de gas y líquido inflamable. «Moriremos aquí», se lee en la puerta de uno. «Me bañaré en gasolina y moriré de forma gloriosa», en la de otro. (...) Las redadas policiales no descansan en la moral sino en la especulación. Los hostigamientos se endurecieron en el 2009, tras la inauguración de Times Square.