La receta alemana, basada en imponer estrictos recortes y una reducción de salarios al menos al Sur de Europa, no funciona: Europa se enfrenta a un largo periodo de austeridad, recesión, desempleo y caída de los niveles de vida, el caldo de cultivo idóneo para los movimientos populistas. Cuanto más se prolonguen estas condiciones, más europeos se volverán en contra del euro, la inmigración y el libre comercio. Ese es el análisis que tienen encima de la mesa Washington y Pekín, que comparten los mercados, sean quienes sean los mercados.