Calles cortadas por carpas, fiestas y ruidos hasta altas horas, petardos de gran potencia por doquier, cortes de tráfico, desvíos caóticos de autobuses, pasividad policial.. Son algunas de las razones que convierten Valencia en una verdadera ciudad sin ley durante los días de Fallas. La educación brilla por su ausencia y los falleros campan y hacen lo que quieren en la urbe. Los más jóvenes,animados por mayores que ignoran saber qué significan las palabras civismo y respeto, lanzan petardos sin importar la cercanía de ancianos, niños o mascotas