Lo que significó para Hitler un masivo campo vacacional para desdoctrinar a la población alemana, se convirtió más tarde en una imponente estructura sin ningún fin. Prora (nombre del compejo ubicado en Rougen), fue diseñado para albergar a 20.000 visitantes. Hitler, al mismo tiempo que construía éstos gigantescos edificios, hacia preparativos para la guerra; cosa que puso prioridades sobre la mesa y se abandonó la construcción.