Ni la ley, ni el sentido común, ni su responsabilidad se lo permiten. Pero a los forenses españoles, el «CSI» de nuestro país lo que les pide el cuerpo es convocar una «huelga de cadáveres caídos», a semejanza de lo que hacen los profesores cuando se niegan a dar más clases, los guardias civiles cuando miran para otro lado o los pilotos del Sepla cuando dejan a miles de pasajeros en tierra. Pero claro, los muertos no son lecciones de matemáticas, ni boletines de sanciones, ni aviones.