Un estremecimiento recorrió, toda Euskal Herria cuando tuvimos que enterarnos, que los dos tolosarras desaparecidos desde hacia años, habían sido salvajemente torturados (las evidencias en sus restos eran clamorosas) y ejecutados de un tiro en la nuca, previamente obligados a cavar su propia fosa. Pronto supimos que era gente de la benemérita, la que había estado detrás del asunto, el mismo juez así lo dictamino. Leves condenas, beneficios penitenciarios, y aquí no ha pasado nada.