El chico jamaicano de las zapatillas doradas del número 47 ha ganado tres medallas de oro y ha batido tres récords mundiales, pero eso no es lo más excepcional que ha hecho estos días de agosto en el Nido del Pájaro. Sus curvas, la del récord del mundo de 200 metros, que supuso la demolición de los 19,32s de Michael Johnson que parecían grabados en piedra desde 1996, y la del récord del relevo, el borrado final del nombre de Carl Lewis de las listas, han sido más rápidas todavía que su recta fantástica.