La relación del entrenador de Venezuela, el brasileño Ricardo Navajas, con sus jugadores y la de estos con él, es prácticamente inexistente, ni se hablan, y cuando lo hacen es para tirarse los trastos a la cabeza, en público o en privado. Las derrotas, y más si son consecutivas, siempre tienen consecuencias en un grupo poco cohesionado y en la selección de voleibol de Venezuela cada uno parece hacer la guerra por su cuenta.