Este año, cada vez que ha ganado una carrera, en la siguiente el equipo ha maniobrado contra él, o al menos le han pasado cosas que ha interpretado como un sabotaje. El bicampeón asturiano no festejó en exceso el triunfo en Monza por dos razones: no se fía de su escudería, que le ha perjudicado siempre después de cada victoria, y no quiere grandes celebraciones hasta que consiga el título mundial.