Las personas que piden en las calles, a pesar de su desgracia, pueden provocar variadas reacciones en la gente: pena, compasión, temor, ira, rechazo…Pero lo cierto es que la mirada de los necesitados está cargada de un magnetismo del cual es muy difícil escapar. Por eso la gente cuando pasa delante de un mendigo mira hacía otro lado o no levanta los ojos de su camino, para no cruzar la vista con esta especie de rayo paralizador que suele terminar en moneda. O en cargo de conciencia.