El país más poblado del mundo tiene dificultades para albergar los restos de sus muertos, hasta el punto de que, si la situación continúa como hasta ahora, la ciudad de Shanghai se habrá quedado sin suelo en los cementerios en 10 años. El problema no es nuevo en una nación en que la incineración es práctica habitual, pero se ha agravado y la capital financiera de China ha decidido redoblar los esfuerzos para convencer a la población de que opte por el mar como refugio final de sus difuntos.