El consumo inconsciente de sustancias que alteren nuestra percepción, y por ende nuestra realidad, es un ejercicio delicado que, en caso de que se decida practicar, debería de concretarse con cuidado y tratando de que las circunstancias favorezcan una experiencia no sólo grata, sino inspiradora, incluso evolutiva. Existe una especie de “fórmula” que puede incrementar significativamente las posibilidades de tener una buena experiencia. Básicamente se trata de tomar en cuenta tres variables: el sujeto (es decir, tú), la sustancia y el escenario —