De vez en cuando, un palabro se pone de moda, y, sin saber muy bien cómo ni por qué, inunda todos los discursos. El palabro del año pasado fue innovación. Todo parece indicar que el de este año será proporción. Siempre que los políticos se apropian de una palabra ocurre lo mismo. Empiezan salpicándola por sus discursos de forma casi inapreciable, con un cierto respeto por su significado. Los políticos se van follando su verdadero sentido hasta que la palabra en cuestión acaba violada, humillada, deformada por tanto sexo oral no consentido.