Creen en un triple cielo, llevan ropa interior especial y rehuyen el café. Y ahora, dos de ellos luchan por llegar a la Casa Blanca, mientras una campaña nacional se empeña en llevar a los mormones al centro de la sociedad que les vio nacer. Ocupan posiciones de poder, enamoran desde la gran pantalla y despiertan los suspiros de millones de adolescentes. Pero los más de 6 millones de mormones que viven en Estados Unidos no logran sacudirse la imagen de sectarios, controladores e incluso polígamos, pese a que esa práctica quedó prohibida.