El dolor brota de donde duele, diría Perogrullo pero, por esta vez, Perogrullo estaría equivocado, no a veces, sino siempre. El dolor siempre brota del cerebro, de la activación sincronizada de diversas áreas cerebrales (...) Las señales son sólo eso, señales. Los tejidos no duelen. Se limitan a generar señales cuando son dañados. Son señales de daño consumado. Las neuronas que vigilan ese daño potencial las detectan e informan al cerebro sobre la consumación de muerte celular.