[C-P]En el terremoto de 1950 en el Cusco colaboré como voluntario en el sistema de ayuda, mi tarea era empadronar a los damnificados y sus necesidades, al principio éramos recibidos con cariño, cuanto más avanzábamos en el trabajo iba creciendo la hostilidad, la gente reventaba "¡Nos han empadronado 10 veces y no nos llega nada!". Eso era cierto, la ayuda nacional e internacional fue devorada por los buitres de la burocracia oficial. Cuando el terremoto de Ancash en 1977, estando preso, me enteré de que sucedió lo mismo. ...[C-P]