Agus mira a la Plaza del Dos de Mayo, centro neurálgico del barrio de Maravillas de Madrid, más conocido por Malasaña, y esto es lo que ve: tres parques para niños, un terreno ocupado por máquinas para que la tercera edad ejercite músculo, una librería y cuatro terrazas llenas hasta la bandera de gente bajo el resol de un octubre benigno. Las ocupa una aseada escuadra de treintañeros vestidos a la última pero con un estudiado toque de dejadez, un “irresistible” chic bohemio que aderezan exhibiendo, para quien quiera verlos sus portátiles, ipo