Todos envidian al crítico gastronómico, este trabajo obreril tan duro, peligroso y sacrificado. Uno les dice a los amigos que es vocacional y que sufre en silencio esta mala vida de excesos, festines e indigestiones. Argumento además que nuestra esperanza de vida es muy corta y que estamos amenazados por el sobrepeso, la colesterolemia y el estrés postraumático cuando vemos la cuenta. Además la mayoría de los ciudadanos considera nuestra actividad laboral idiota, chulesca, superflua y arbitraria,