Irreconocible. Las luengas barbas canosas, el pelo también crecido y recogido en un curioso moño en lo alto de la cabeza, las gafas y, en resumen, un convincente aspecto de gurú New Age. Este disfraz proporcionó al serbio Radovan Karadzic, uno de los criminales de guerra más buscados, el escondrijo ideal que ha logrado sustraerle de una Justicia que durante 13 años nunca ha dejado de buscarlo. Mientras tanto, él ejercía tranquilamente como curandero en un centro de terapias alternativas de Belgrado.