Todo lo que ha caído sobre España en estos últimos meses hubiera supuesto en otros países un WaterGate en toda regla, con consecuencias tremendas, pero en España va a quedar en un AguachirriGate, donde la ciudadanía, amuermada no se sabe bien por qué, va a seguir resignándose y esperando tiempos mejores, por lejanos que sean.