Ya he pensado muchas veces en el egoísmo de quien quiere compartir algo, y a veces creo que lo hace para poder disfrutar de lo que tiene y no para que el otro pueda tenerlo también. Siempre se comparte por satisfacción propia, siempre, incluso cuando se priva uno mismo de la porción que se entrega al otro, incluso cuando esa privación supone un grave sacrificio: la solidaridad no es más una sofisticada masturbación del alma.