Varios estudios experimentales han demostrado que la música ambiental y su estructura (volumen de sonido, el tempo o la tonalidad) pueden afectar al tráfico de personas en un centro comercial, el volumen de ventas o incitar, por ejemplo, a la compra de un vino francés al sonar música de ese país. Investigadores de la Universidad Bretagne-Sud (Francia) sostienen ahora que la música muy fuerte hace beber más en menos tiempo, según el trabajo que publican en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research.