En todos los cargos de poder, la imbecilidad domina, manda, el poder no necesita talento. El poder radical intenta igualar a la baja la media de la inteligencia de un país, de ahí los exilios de las mentes más brillantes, de las desapariciones, de las muertes, de la hoguera … Son para ese tipo de poderes, las mentes lúcidas las que suponen un peligro y los tachan de problemáticos. El estúpido se encuentra en todas las jerarquías, el imbécil sobrevive, el genio se extingue.