Lo que necesitan las empresas no son directivos con un currículum virtual admirable, ni con un gran disco duro en su cabeza repleto de conocimientos, experiencia, contactos y clientes, sino buenas personas con valores capaces de transmitir lo que saben, compartir sus experiencias, presentar a los contactos y mimar a los clientes. Todo eso, con una gran dosis de humildad, porque el que más y el que menos hoy es director general y mañana, por mucha web que tenga, acaba no siendo nadie.