"Me siento como si fuera una escultura". Frente a nosotros, Paco Montesinos, de 58 años, acaba de quedarse completamente inmóvil y apagado. No puede mover su cuerpo ni los ojos, apenas respira como si se tratara de un ciborg al que han apagado el interruptor. "Os aseguro que no está haciendo teatro", afirma su neuróloga, María José Catalán. Un instante después vuelve a "encenderlo".