Una noche de 1782 un fontanero de Bristol acabó borracho. Incapaz de llegar a su casa, pasó la noche durmiendo a los pies del campanario de Saint Mary Redcliffe. Esa noche tuvo un sueño gracias al cual se le ocurrió un curioso método para fabricar perdigones, unos perdigones más esféricos que los que producían los métodos que se usaban hasta entonces. Tal vez no fuera un sueño, pero la patente hizo del borracho un hombre rico y sus torres de perdigones, en las que "llovía" el plomo fundido, se convirtieron en el método más usado.