Hace diez años, yo mismo empecé a escribir e interpretar monólogos gracias al Club, y como yo, otros muchos cómicos que hoy podéis disfrutar en bares, cafeterías, cafés-teatro y en algunos casos, en la tele. El problema que tuvo el Club por aquel entonces y que ha venido arrastrando en sus múltiples resurrecciones ha sido el de colar a actores y famosos interpretando monólogos prefabricados por un grupo de guionistas (cómicos en su mayor parte). Rel:
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